A principios del siglo XX el gobierno japonés era de un marcado carácter imperialista y racista (También lo eran las naciones “civilizadas” de Europa, pero esa es otra historia). Esa clase de ideología supremacista (somos los mejores y tenemos derecho a todo) les impulsaba a tratar de conseguir constantemente nuevos territorios. Cómo su zona natural de expansión era Asia, eso les llevaría tarde o temprano a enfrentarse con otra nación que consideraba ese continente como su frontera Oeste: Los Estados Unidos de América.
Pero vayamos paso a paso: la guerra del pacífico se fue incubando durante 40 años.
En 1898 Estados Unidos irrumpió en Asia tras arrebatarle la colonia de Filipinas a España. Japón, por otra parte, expandía su territorio a costa de China (1895) y Rusia (1905), anexionándose Corea y zonas importanets de la costa este de Rusia. Las conquistas de ambos fueron posibles después de que pulverizaran las flotas de respectivos sus enemigos, España y Rusia, unos imperios considerados respetables, así que por primera vez en cuatrocientos años dos países no europeos se ganaron un asiento en el palco de las grandes potencias.
En 1918 Japón, aprovechando la coyuntura de la primera guerra mundial, le arrebató las Islas Salomón a los alemanes. Los americanos también intervinieron convirtiéndose en salvadores de Francia en el último momento.
En 1937 el Imperio del Sol Naciente atacó de nuevo a China con la intención de quedarse una buena parte de su territorio. Bueno, en realidad sus generales, medio insubordinados, atacaron por su cuenta y obligaron al gobierno a secundarlos. Ocuparon Manchuria con relativa facilidad, pero el país resultó ser demasiado grande y la resistencia demasiado perseverante como para que conseguir la victoria rápida y fácil que esperaban. Terminaron empantanados.
A final de año tuvo lugar la matanza de Nanking, la masacre por parte de los japoneses de 100.000 prisioneros y civiles chinos. Son estas las consecuencias que tiene que un régimen totalitario piense que las demás razas no merecen existir.
Para entonces en Europa estaba en marcha la Guerra Civil Española. Ingleses y Franceses comenzaban a asustarse del ascenso y rearme de la Alemania Nazi.
Los americanos seguían los acontecimientos de Europa con inquietud, pero sin dejar de mantener un ojo fijo en los japoneses. Si Asia era su frontera oeste, entonces Japón se estaba conviertiendo en una amenaza y trataron de frenarlos enviando ayuda a China. El componente más famoso de dicha ayuda fueron los tigres voladores, unas escuadrillas de pilotos voluntarios (o mercenarios, según se mire) que llevaban pintado el morro del avión como la boca de un tigre, se ve que para inspirarle miedo a los aviadores japoneses.
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