Junio de 1944
El 11 de Junio la flota norteamericana anunció su llegada al archipiélago con un bombardeo aéreo masivo de los aeropuertos. La mayoría de ellos quedaron inutilizados y unos ciento cincuenta aviones fueron destruidos en tierra. De esa forma una parte del plan había sido desarticulada, aunque todavía se podía contar con la aviación de los portaaviones.
Los americanos detectaron a los barcos japoneses con antelación, pero el alcance de su aviación era menor y ello permitió que los nipones atacaran primero. Lanzaron 324 aviones en cuatro oleadas y todo parecía indicar que iban a conseguir su objetivo de castigar severamente a la flota enemiga.
Un avión japones es derribado mientras atacaba a la flota americana.
Es el momento de volver a mencionar que las batallas no se ganan sólo contando números. Eran 324 aviones, pero mientras que los norteamericanos disponían de un sistema de entrenamiento de pilotos que duraba dos años, los japoneses no daban abasto para reponer las pérdidas y despachaban a sus aviadores con apenas cuarenta horas de vuelo. Eran 324 aviones, sí, pero mientras que unos habían desarrollado nuevos aparatos, tácticas y armamento, los otros seguían con lo mismo con lo que habían empezado la guerra.
¿Que efectividad tiene un aparato anticuado pilotado por un hombre que apenas sabe despegar y aterrizar? Bien poca.
De una oleada fueron derribados 97 de los 129 aviones. De otra 42 de 69. Una sola escuadrilla sufrió 17 bajas de 18 apartatis. Y todo ello sin conseguir alcanzar ni a un solo barco americano. Fue por eso que los pilotos de las barras y estrellas bautizaron aquel enfrentamiento como el "Tiro al pato en las Marianas" (En el inglés original, "tiro al pavo").
Fue el momento de la respuesta americana. Lanzaron 215 aparatos y sólo hundieron un portaaviones, pero en su caso regresaron casi todos. Los submarinos se apuntaron otros dos portaaviones y los japoneses se retiraron agradeciendo su suerte por no haber sufrido mayores pérdidas después de haberse quedado sin aviación.
El portaaviones japonés Zhuikaku bajo el ataque americano.
Se había puesto en evidencia que el arma aérea japonesa ahora era prácticamente inútil. En consecuencia, el almirantazgo se dispuso a planear una nueva trampa, esta vez buscando una batalla a cañonazos, a la buena y antigua usanza.