lunes, 14 de febrero de 2011

Los Corleoneses.

El abuelete Michelle Navarro fue asesinado por uno de sus hombes, Luciano Leggio.
Leggio era un bestia que no se detenía ante nada. Guíado por la ambición y, sobre todo, por un sentido de la venganza desmesurado ("El mejor perdón es la vendetta", decía). No dejaba pasar una, por pequeña que fuese, y lo mismo ordenaba matar a un mafioso, que a un policía, un juez o un periodista que le hubiera hecho sentir ofendido.

Cuando fue detenido le sustituyó su lugarteniente Riina, que mantuvo el estilo salvaje y con pocos miramientos. El clan de los Corleoneses, tambien llamado de los campesinos fue haciéndose más y más poderoso.

El comportamiento de los clanes de Palermo respecto a los Corleoneses recuerda al de las democracias ante Hitler: al principio condescencia, después respeto y, finalmente, miedo. A partir de entonces les dejaron pasar una tras otra con tal de evitar un enfrentamiento y mientras los otros tomaron el control de Sicilia. Para cuando los clanes de Palermo quisieron enfrentárseles, ya era tarde: se habían quedado sólos.

Una vez que la isla fue suya, los corleoneses desataron un reinado de terror entre los propios mafiosos. Cualquier error, incidente o desafío a su autoridad se saldaba con una sentencia de muerte. Asesinaron a unos mil mafiosos entre 1981 y 1983.

                                     Perché Riina.


(Extraído de "Los últimos Mafiosos", de Jhon Follain)

sábado, 12 de febrero de 2011

Michelle Navarra, "El Padrino".

Se le conocía con el sobrenombre del "Padre Nuestro" y ejerció su dominio desde el pueblo de Corleone, en Sicilia. No es casualidad que al personaje de de la novela de Mario Puzzo le llamaran "Padrino" y que se apellidara Corleone, pues parece basado en Michelle Navarra.

Como en la película, ejercía su dominio del pueblo a través de una combinación de fuerza contra los que se le oponían y benevolencia con quienes se le sometían, de tal modo que todos acabaron debiendole favores. Era, efectivamente, el padrino de muchos niños del pueblo y la gente de la calle se paraba a presentarle sus respetos y besarle el anillo.

En realidad su oficio era el de médico y no dejó de ejercer su profesión pese a los grandes ingresos que conseguía del crimen. Una fuente de los favores que se le debían era por tratar a los pobres sin cobrar nada e incluso por derivarlos a hospitales caros corriendo él con los gastos. Eso sí, tal cosa no le impidió ordenar la muerte de quien hiciese falta, o incluso hacerlo él mismo mediante una inyección letal. De 1944 a 1948 ordenó la muerte de 153 personas.

Su cara más oscura era su obsesión por acumular cargos de todo tipo y estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguirlos. Por poner un ejemplo, fue capaz de ordenar el asesinato de un director de un hospital para poder aspirar a su cargo. Llegó a ser presidente de la asociación de terratenientes, asesor del plan nacional de seguros médicos, asesor de los ferrocarriles estatales, presidente de un centro contra la tuberculosis, etc.

(Extraído de "Los últimos Mafiosos", de Jhon Follain)