Han pasado cinco meses desde el ataque de Pearl Harbour y los japoneses se han expandido de forma considerable en todas direcciones.
Al oeste combaten contra los ingleses en las selvas de Indochina, disputándoles el control de la carretera de Birmania, una arteria vital por donde entran los suministros aliados a China. Como había sucedido en Malaya, los ingleses eran derrotados una vez tras otra debido a que las tropas japonesas eran mucho más móviles y los flanqueaban continuamente. Además, los pequeños tanques nipones podían avanzar entre las plantaciones de caucho y apoyar los ataques, mientras que los británicos carecían de blindados porque habían supuesto que la selva no era un lugar apropiado para ellos.
En el sur, tras el fracasado intento japonés de ocupar Port Moresby en la batalla del Mar del Coral, el control de Nueva Guinea quedó dividido entre ambos bandos.
Al este, en el inmenso Océano Pacífico, Japón había ocupado muchas de las islas y bases aliadas. ¿Serían suficientes? El almirante Yamamoto pensaba que sí y proponía crear un "perímetro defensivo", atrincherarse y esperar que fueran los americanos quienes arriesgaran su flota al tratar de romperlo. Otros militares eran partidarios de continuar con la expansión. En pleno debate sobre de la cuestión, el enemigo lanzó la Operación Doolittle.
Esta operación consistió en meter unos cuantos bombarderos pesados en un portaaviones, acercarse con a Japón todo lo que fuera posible y lanzarlos contra Tokio. Los aviones despegaron de la pequeña pista del portaaviones, volaron al objetivo, tiraron las bombas a la buena de Dios, sin causar apenas daños, y después se alejaron para ir a estrellarse a China, pues no tenían combustible suficiente para volver. ¿Es posible imaginar una operación más estúpida?
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La respuesta en el sentido militar es que no, pero en el sentido político la verdad es que fue todo un éxito. En primer luga, subió la moral del pueblo americano (“Eh, mirad, nosotros también atacamos”), en segundo lugar los japoneses fueron conscientes de lo indefensa que se hallaba su patria y retiraron portaaviones del Océano Índico y, en tercer lugar, fue el argumento que necesitaban los partidarios de continuar la expansión para salierse con la suya: el perímetro de seguridad debía ser ampliado.
De esta manera los japoneses continuaron la ofensiva y se marcaron como siguiente objetivo el archipiélago de Midway.
Los B-25 de la operación Doolittle desplegados en la cubierta del portaaviones Hornet.Uno de los bombarderos despega rumbo a Tokio.
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